Thursday, September 1, 2011

40 y 20 (Subtítulo)




No crean que vamos a hablar de uno de los éxitos más aclamados del príncipe de la canción; lo siento por los melómanos, pero no va por ahí. Más bien se trata de calores y fríos, digamos de grados centígrados (Celsius, si quieren apantallar a alguien) o sus equivalentes en la escala de Farenheit a la que tan acostumbrados estamos por estas tierras. Con estas dos escalas termométricas nos vamos a organizar para platicar un poco de las temperaturas a las que es recomendable conservar, transportar y consumir el vino. Así como Superman, tan fuerte él y tan apuesto, se ponía de veras mal con la kriptonita, vamos, de plano perdía el estilo, andaba patidifuso y daba verdadera lástima, convirtiéndose en el hazmerreír de la comunidad superhéroe hasta que se alejaba de ella, pues al vino le pasa más o menos lo mismo con el calor. Es, sin lugar a dudas, uno (no el único) de sus peores enemigos. Por lo tanto cuidémoslo de las altas temperaturas a toda costa. Esto no quiere decir que lo vamos a meter al refrigerador y asunto arreglado, tampoco. No es tan fácil, recuerden que estamos frente a una bebida compleja cuyos elementos químicos (naturales) continúan un proceso constante de acoplamiento y  de maduración en algunos casos, que no puede ni debe ser violentado con cambios bruscos de temperatura. Vivimos en una zona de producción vinícola, cierto, sin embargo las temperaturas a medio día y sobre todo  en estos meses, suelen ser muy elevadas llegando hasta los cuarenta grados, arriba de los cien Farenhait, lo que no es recomendable para la buena conservación o el consumo del vino, sea blanco, rosado o tinto. Por razones de espacio vamos a dividir en dos la referencia general sobre el asunto y en esta ocasión vamos a hablar de la conservación y el consumo del vino tinto. Un lugar fresco con poca luz y poco ruido es el ideal para guardar el vino, sin embargo hoy en día existen pequeños refrigeradores fabricados especialmente para la conservación del mismo que no son caros y tienen capacidad para veinte o treinta botellas, lo que no está mal para empezar. El refrigerador de la casa no es recomendable por tres razones: a) su temperatura es demasiado baja para el vino, estamos hablando de tres o cuatro grados centígrados sobre cero (demasiado frío), b) su uso más o menos intensivo provoca encendido y apagado de la luz interior lo que inhibe la estabilidad del vino y c) tratándose de un área común de dominio incierto, pueden llevarse la nada agradable sorpresa de que las cebollas o el pollo ocupen, sin previo aviso, el sitio de sus botellas por razones de espacio y porque “perecedero mata frasco” y, a ver, aléguenle al ampáyer.

La temperatura ideal para conservar vinos por un periodo más o menos largo, es decir entre tres y seis meses, es de 17 grados centígrados (63 F), difícil lograrlo sin el famoso refrigerador de vinos, pero si no se puede, busquen un lugar en la casa en que haya poco movimiento, temperatura estable y poca luz (closet, bodega). La de consumo del vino rojo o tinto no debe ser mayor a los 20 grados centígrados (68 o 69 F), un poco menos si se trata de vinos ligeros, digamos la que les recomiendo para guardarlos. Como ven y no hablo del verano mexicalense, las temperaturas en nuestra tierra pueden variar hasta veinte grados entre lo ideal y lo real a la hora de tomarnos un vino tinto. Lo que sí se vale es poner a enfriar un rato la botella en el refrigerador de la cocina (10 a 15 minutos, antes de abrirla, vigilando siempre los movimientos de las cebollas y el pollo) y, si de plano hace mucho calor, dejarla en una cubeta o hielera con hielo y agua mientras se consume, cuidando que no se enfríe demasiado. La próxima vamos a referirnos a los blancos y rosados y a los restauranteros conscientes y a los no tanto con relación al tema.

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